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«No le digas a mi madre que soy periodista; prefiero que siga creyendo que trabajo de pianista en un burdel». El oficio, en otro tiempo moldeado por la noche y las relaciones turbias, constituía una de las profesiones malditas’ que englobaba la categoría de las tres pes puta, policía, periodista y ha ido perdiendo credibilidad por el camino, sobre todo desde que la irrupción de internet agostó el maná de la publicidad. Hace 20 o 30 años, si querías alquilar un piso o comprarte un coche de segunda mano, comprabas la prensa los domingos; ahora, en cambio, husmeas gratis en los portales Idealista o Wallapop. Hoy no existe diario que resista sin un empresario poderoso detrás.
Todas las fotos de la DANA en Valencia que los medios no quieren que veas. Una cuenta de X se propone hacer su agosto en octubre en forma de centenares de retuits a costa de la tragedia causada por la gota fría en la Comunitat Valenciana. Las supuestas fotos que los medios no quieren que veas son, por supuesto, imágenes publicadas por los medios de comunicación, en algún caso en portada de las ediciones impresas, muchas de ellas (y docenas de otras similares) en las webs, en ocasiones tomadas por fotoperiodistas profesionales. No me extrañaría que en algún lugar del patio del recreo de Elon Musk haya alguna cuenta que acusa a los medios de buscar el sensacionalismo y el clic fácil por publicar las fotos que nadie debería ver para preservar la dignidad de las víctimas. O algo así. Y a acumular clics.
Hola, me llamo Imma y me siento culpable. De abuso, machismo y sexismo. Llevo media vida escuchando historias de hombres malos siempre son hombres que abusan de su poder para satisfacer sus necesidades a costa de las mujeres que trabajan para ellos o que están a su cargo. También he escuchado historias de hombres que abusan de otros hombres. Hombres que se esconden bajo el paraguas de la comunidad gay para hacer lo que les viene en gana. Y sí, también había escuchado cosas de Errejón. Pero no soy policía, ni abogada, ni tengo ningún poder para acusar a nadie sin pruebas. Y créanme, esos 'señoros malotes' ya se encargan de que no quede ninguna prueba de nada. Pero me siento 'cómplice' solo por el hecho de saberlo y no denunciarlo.
Apretar los dientes. Parar antes de teclear. Contener las lágrimas. Actuar sin ansia de rencor. Pensar dos veces. Dejar de lado ventajismos. Aportar antes que recriminar. Es el manual en estos casos. Es lo que dicta el sentido común. Intentemos el análisis lo más frío posible. Empecemos.
El agua quiso callar la tierra con su ruido ensordecedor. Silencio!, ordenó con soberbia llevándose por delante casas y coches, barro y vidas. Tantas vidas. Se tornó furia y convirtió a hombres, mujeres y niños en personajes de tragedia. Con su destino marcado por la ira de un dios antiguo, por una fuerza invencible, por el ímpetu de la venganza. Queda un dolor insoportable, la memoria anegada de una tristeza insondable, el vacío de tantas ausencias irremplazables. Pero, a pesar de todo, a pesar del terror de lo vivido, de la impotencia por lo malogrado, queda un último consuelo. Un alivio. Un cobijo. Porque, cuando ya todo parecía perdido, cuando el agua hambrienta pretendía arrasarlo todo, cuando tantos creían verse vencidos irremediablemente aparecieron ellas, las manos.
Mi primer día en la facultad de economía de la Universidad de Alcalá en septiembre de 1991 nos recibió el decano Diego Azqueta, catedrático y un referente mundial en economía ambiental, nos habló del cambio climático y sus efectos. Un mes después, Ronald Coase recibió el premio Nobel de economía por sus aportaciones en definir los costes de transacción y derechos de propiedad para resolver, principalmente, problemas de externalidades y fallos de mercado que contribuyen a intensificar el cambio climático.
Lo que más alarma al nobel Paul Krugman del comportamiento de Donald Trump es que, si gana, él y su entorno castiguen a los críticos, sean quienes sean, y exijan afirmaciones de lealtad en todos los ámbitos. Tal posibilidad le alarma tanto como la idea de poner a cargo del arsenal nuclear "a un hombre que suelta vulgaridades sin control. Y la opinión del eminente economista engrosa el campo de quienes ven en Trump, en sus arengas de campaña, a alguien que amenaza con dinamitar la mejor tradición política de Estados Unidos destruir Estados Unidos, dice el escritor Richard Ford, rodeado de una constelación de grandes fortunas que ven él a un líder que les liberará de la mayoría de sus obligaciones fiscales, de aquello que Elon Musk llama virus de la mentalidad woke, sea cual sea el significado político que se quiere dar a esta palabra.
Al meu país la pluja no sap ploure. La Comunitat Valenciana, el país al que cantaba Raimon y que es el mío también, es una tierra poblada de vírgenes y santos a los que peregrinar en rogativa para que llueva. Y de años marcados en rojo en el calendario por las pantanadas y las inundaciones: la del 57, las del 82 y el 87, la del 97, la de 2019 y tantas otras que han ido construyendo nuestra memoria a lo largo de los siglos hasta llegar a esta.
Ha vuelto a pasar. Mientrasdecenas de personas esperan ser enterradas tras el paso de la DANA por las comarcas valencianasyotros tantos siguen desaparecidos, la clase política suspende simbólicamente los plenos y las reuniones de trabajo para lanzarse a la polémica por el reparto de responsabilidades en lo acontecido. Y no pararán hasta que, como ocurrió en el 11-M, una víctima, en aquel caso Pilar Manjón, les requiera por intentar hacer negocio electoral con el dolor de los afectados.La maquinaria monclovita se lanzó inmediatamente a la yugular de Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, para culparle de lo ocurrido en base al lapso de tiempo que transcurrió entre la alerta de la AEMET y la comunicación a los ciudadanos para que se confinaran. Doce horas, Una eternidad.Mazón no es una víctima del todo inocente.Paga ahora su ejercicio de populismo al acceder a la presidencia y desmontar la Unidad Valenciana de Emergencias tratándola como un chiringuito del Botànic. El hipotético fallo de las emergencias,que lógicamente hay que investigar cuando toque, es solo el último eslabón de la cadena de razones que explica la tragedia de Valencia. Rápidamente han aflorado los demás:la revisión de las construcciones en zonas que el cambio climático ha convertido en inundables y que puso al descubierto el temporal Filomena avanza a paso de tortuga en todas las comunidades autónomas, también en la valenciana que gobernó el pacto del Botànic. Este nuevo umbral de peligrosidad se suma al urbanismo desarrollista que llenó los barrancos de edificios y que la democracia nunca ha sabido revertir. Si han muerto casi 100 personas es porun fenómeno que tiene causas naturalesagravadas por un urbanismo inconveniente, las consecuencias del cambio climático y, en última instancia, por al gestión política y no profesional de las emergencias. El agua siempre vuelve a bajar por donde lo hizo antes. Definidos los protocolos y los presupuestos, la máxima autoridad en una situación de emergencia debería ser un técnico y no un político. Así dejarían de tirarse los muertos a la cara en un ejercicio que solo hace que alimentar a la antipolítica. Porque sí,lo pararon todo menos la votación para controlar la televisión pública. Y ahora se pondrán todos un lazo negro como si fueran activistas en lugar de seguir trabajando sin parar y tomar decisiones, no solo hacer declaraciones.
Junts es Junts, pero es también la heredera de CDC. Ahí está la presencia de Artur Mas en el congreso del domingo. Y pese a sus grandes contorsiones, muchos electores de CiU siguen votándolo. Ahí están Trias y otros resultados. Además, Junts es el segundo partido catalán y con sus 35 diputados el primer grupo de oposición a Salvador Illa. Y aunque su poder en Catalunya es limitado, Diputació de Girona y San Cugat, tiene 7 diputados en Madrid que -por carambola- son decisivos. Junts cuenta.
Un fenómeno meteorológico como la DANA, que ha azotado zonas de la Comunidad Valenciana y de Castilla la Mancha y que ha dejado tras de sí una devastación terrible y decenas de muertos y desaparecidos, no supone una anomalía en las regiones mediterráneas. Lo demuestra la propia orografía, plagada de rieras, torrentes y ramblas que canalizan las aguas pluviales. Pero lo que sí sucede es que esos episodios, de una violencia extrema, serán cada vez más habituales e intensos como consecuencia del cambio climático. Y sus consecuencias se verán amplificadas a causa del acelerado proceso de urbanización de las últimas décadas, que ha permitido una invasión de espacios poco seguros desde el punto de vista hidrológico, tal y como no dejan de advertir los expertos. De hecho, la supresión de algunas infraestructuras que suponen obstáculos fluviales como consecuencia de una directiva europea, que no de embalses como falsamente se ha difundido, busca prevenir inundaciones y responde precisamente a esa preocupación sobre los excesos urbanísticos en el paisaje.
No es fácil ser feminista, yo lo veo como una carrera de fondo. Llena de charcos. Nosotras, el siglo pasado, a los que se comportaban como lo ha estado haciendo Iñigo Errejón según las denuncias que han propiciado su dimisión y posterior lapidación (tocó presuntamente el culo a una joven en un festival musical y atosigó a otra en un ascensor) los llamábamos «babosos» y «metemanos» y huíamos de ellos como de la peste. A veces no había a dónde escapar. No todos los machirulos se conducían como babosos, los que no pasaban a la acción se nos hacían incluso tolerables. Pero de repente, el típico tío majo, se te tiraba encima sin venir a cuento y se acababa la fiesta. Para ti, no para él. Luego decía que si te interpretó mal, que si cuatro birras, que si tal. Y tú se lo contabas a las amigas, información es poder, y le hacíais todas un cordón sanitario y la cobra.
Prometían cuatro dólares por solo una hora de tu tiempo. La Universidad de Yale pedía así, en 1961, voluntarios para un experimento tan aparatoso en su planteamiento como inquietante en su resultado.
Perdí el teléfono durante unos minutos. Cuando eché mano al bolsillo, y después a la bolsa de tela que llevaba al hombro, y a continuación al resto de bolsillos en los que nunca lo guardo hay que hacer cosas que carecen de sentido por si acaso, el móvil había desaparecido. Se me aceleró el pulso. Me agarré la frente, por si apretando averiguaba dónde estaba. El miedo que me recorrió el cuerpo no me permitía pensar, solo repetir «Qué desastre, qué desastre, qué desastre». Creo que en esos instantes me abandonó la inteligencia, porque además del «Qué desastre» reiterado seguí palpándome los bolsillos una vez y otra vez y otra, como si algunos días las cosas apareciesen a la séptima.
Una torrentera mortífera y catastrófica en el Levante que deja muchos muertos e infinidad de daños materiales es una oportunidad de oro para buscar responsables políticos al otro lado del tablero. El buen demagogo no espera a que salten los cauces o el barro haga pedazos los puentes: empieza a calcular la culpa del adversario por la catástrofe en cuanto ve caer las primeras gotas. ¿Que luego no hay diluvio y la cosa se queda en chubasquito de sacar el paraguas pero no usarlo? Pues mira, un fastidio, sí, pero no pasa nada, porque los argumentarios de ayer sirven para mañana.
Escribo este artículo a primera hora deldía después de la tragedia. Como muchos valencianos, ayer por la nocheno pude acceder a mi casapor el enorme caudal de agua que impedía el paso por carreteras y caminos, así que tuve que buscarcobijo en la empatía y solidaridad de los compañeros. Hoy ya veré. El cielo sigue gris y mi corazón y mi menteno puede dirigirse a otro lugarque no sea a los cientos de personas que, en una jornada para el horror, se quedaron atrapadas en sus casas, en sus lugares de trabajo o en sus vehículos, viendo como el torrente de un barranco desbocado ponía en riesgo sus vidas. En muchos casos,se la ha llevado por delante.
Escribo este artículo a primera hora deldía después de la tragedia. Como muchos valencianos, ayer por la nocheno pude acceder a mi casapor el enorme caudal de agua que impedía el paso por carreteras y caminos, así que tuve que buscarcobijo en la empatía y solidaridad de los compañeros. Hoy ya veré. El cielo sigue gris y mi corazón y mi menteno puede dirigirse a otro lugarque no sea a los cientos de personas que, en una jornada para el horror, se quedaron atrapadas en sus casas, en sus lugares de trabajo o en sus vehículos, viendo como el torrente de un barranco desbocado ponía en riesgo sus vidas. En muchos casos,se la ha llevado por delante.
¿En qué momento comenzamos a denostar el boxeo para entusiasmarnos con las artes marciales mixtas? Debo de haberme perdido en mitad de las turbulencias habidas entre esa generación que se quedó en Mike Tyson y esa otra que considera anticuado un combate de los pesos pesados en el MGM de Las Vegas y se despierta una madrugada para ver al hispanogeorgiano Topuria tumbar de dos puñetazos al aspirante al campeonato. Entre medias de una y otra época, entre Las Vegas y Abu Dhabi, para acumular tal cantidad de aficionados pasionales algo deben de haber influido los streamers, YouTube y los miles de horas de lucha libre en televisión de la WWA, aquella de Batista, John Cena y El Enterrador, que fueron preparando a las nuevas generaciones para entregarse incondicionalmente para lo que vendría después.
Pilar Santos, nuestra experta en el Partido Popular, dedicósus apuntes políticos del fin de semanaa explicar el plan de Miguel Ángel Rodríguez (MAR), jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso, para devolvertodos los reveses judiciales a la pareja de la presidentaconbofetadas también judiciales en la cara de Begoña Gómez, la controvertida esposa del presidente del Gobierno. No es la primera vez que MAR, sin duda el 'spin doctor' con mejores resultados de la política española, activa el frente judicial para remover el tablero político. Estuvo ya en los fogones de las fechorías del llamado sindicato del crimen contra Felipe González a cuenta de los Gal en la legislatura 1993-1996. No es exagerado decir que, desde entonces, el epicentro de la política española está en los juzgados: 'Sogecable' con Aznar, el juicio por el 11-M con Zapatero, la Gürtel con Rajoy, el 'procés' y ahora los Ábalos, Begoña y González Amador con Sánchez. Toda función acaba generando un órgano y en este caso la judicialización de la política nos ha traído los jueces estrella (desde Gómez de Liaño y Garzón hasta Marchena y Peinado), los periodistas y los medios que manejan dosieres con informes apócrifos que se acaban entrando en los tribunales y las acusaciones particulares espurias, inéditas en la UE, como las de Manos Limpias. Sobre esta ciénaga han nacido alternativamente populismos políticos a diestra y siniestra: Ruiz Mateos, Ciudadanos, Podemos, Vox y Alvise Pérez. Estos nuevos órganos se han convertido en un serio obstáculo para que la política salga en España de los juzgados y, con mejor o peor suerte, buscan un nuevo escándalo cada vez que se les acaba la munición. No es descartable tampoco que algunas instituciones económicas prefieran financiar este tipo de operaciones antes que sesudos servicios de 'public affairs' para conseguir que prosperen sus enmiendas a determinados impuestos. Tener a los políticos en manos de los jueces es una de las formas más eficientes de debilitarlos. Y baratas.
El plazo para presentar enmiendas al proyecto de ley para crear un impuesto mínimo global para los grupos multinacionales termina hoy. Y con él, la oportunidad de incorporarle una minireforma fiscal más amplia, en la que incluir la conversión del actual gravamen extraordinario a las empresas energéticas y bancarias en un impuesto permanente. Aunque existen otras vías para hacer realidad la intención del Gobierno -y exigencia de los socios a la izquierda del PSOE-, esta sería la que garantizaría que el impuesto entrase en vigor a tiempo de sustituir la prestación impositiva que caducará a final de año, tras permitir a Hacienda recaudar 2.859 millones de euros en 2024. Una aportación que se sigue considerando necesaria para hacer viable el compromiso de reducir en 40.000 millones el déficit público hasta 2031, sin recortes de gasto ni una mayor presión sobre las rentas del trabajo de los sectores que más han sufrido la pérdida de poder adquisitivo.
Parece que, de pronto, la sociedad española haya descubierto que una cosa es la demostración pública de la propia coherencia emocional y la otra que esta coherencia coincida con la verdad de cada uno. Son cuestiones diferentes y siempre ha sido así.
La inteligencia artificial (IA) y el análisis masivo de datos están revolucionando empresas e industrias en todo el mundo. Estas tecnologías permiten a las empresas procesar grandes volúmenes de información en tiempo real, identificar patrones complejos y tomar decisiones más precisas y automatizadas, fomentando la innovación y la productividad.
Mi nieto me pregunta qué significa significar. Se trata de una consulta diabólica, pues su mera enunciación implica que conoce la respuesta o que la intuye oscuramente. Yo, después de haberme pasado media vida buscando significados como el que busca petróleo, también la intuyo oscuramente, solo oscuramente. En su literalidad, significar quiere decir establecer nexos entre un signo y el objeto que representa.
Quim Dorca, que es uno de los cerebros de DEVIR, especialista en juegos de mesa y, por extensión, conocedor a fondo de todo lo que se cuece en el universo del juguete, nos proporciona unas reflexiones interesantes sobre el cambio de paradigma que se está viviendo en ese mundo. "Hace tiempo", dice "que el mercado del juguete sufre el descenso demográfico y la competencia de las pantallas, pero lo que no podíamos anticipar es que las niñas abandonen el juguete mucho antes que los niños". Es decir, menos natalidad, más reclamos fuera del ámbito del juego tradicional y, sobre todo, niñas que saltan, pre-púberes, al mundo del 'beauty care', la imagen personal y las redes sociales. Es decir, deciden maquillarse muy jóvenes, muy pequeñas, para ser precisos. Hemos pasado del maquillaje de la Señorita Pepis (un reducto de generaciones pasadas que todavía existe) a lo que se conoce como cosmeticorexia o adicción desmedida a la práctica del 'skincare', la rutina del tratamiento de la piel.
No hubo sorpresas y tampoco se tomaron riesgos. El congreso de Junts en Calella del pasado fin de semana fue muy distinto al de hace dos años. Carles Puigdemont -junto a Jordi Turull- ha controlado la situación al milímetro y de arriba abajo. No ha habido veleidades asamblearias, ni concesiones del tipo "entre todos lo haremos todo". Esta vez el congreso de Junts ha sido un congreso al estilo clásico, de los de toda la vida. Un paseo militar. Las mayorías, como debe ser en los congresos como estos, han sido búlgaras. El sector de Laura Borràs, que hace dos años controlaba la mitad de la dirección, fue barrido sin esfuerzo. A Borràs le encargaron que ponga en marcha la nueva fundación que tendrá el partido. Todo ha salido como estaba previsto.
Tendría que ganar siempre la derecha, que es gente acostumbrada a vivir bien sin necesidad de entrar en política. Un tipo de derechas le pone un piso a la querida o le compra un collar de perlas, como está mandado, y se deja de tonterías. Robar lo que pueda y beneficiar a amigos cuando esté en el poder, lo va a hacer igual que uno de izquierdas, eso sí, pero será por obligación, porque en España un político que no se corrompa no merece ni llamarse político.
Hay muchos inventos, de una lógica aplastante, que acaban en fiasco. Por ejemplo el cine en tres dimensiones, con sus gafas, que debería emocionarnos, pero nunca acaba de cuajar. Los muebles inflables, ligeros y económicos, con lo que varias empresas se han estrellado, incluyendo Ikea, en dos ocasiones. O los futuristas intentos de trajes voladores, para facilitar la movilidad espacial, que se patentan periódicamente sin ni siquiera llegar a probarse. Son artilugios pensados para mejorar nuestra vida cotidiana, llenos de sentido común, pero cuando se han ensayado acaban fallando. Uno de ellos ha sido la recogida de basura soterrada. Las ventajas son claras: quitar armatostes del espacio público y evitar tener la basura a la intemperie.
En el 'procés' hubo polarización. En la España actual, aún más. Pero siempre hay algún oasis. Entre independentistas y los otros. Entre la derecha y todos los demás. Y empresas alérgicas a la pendiente.
Badia del Vallès empezará en 2025 los trabajos necesarios para convertirse en el primer municipio que eliminará de forma integral los elementos que contienen amianto en sus edificios, el fibrocemento utilizado abundantemente hasta los años 70. Una operación que obligará a proteger a los trabajadores que participen en la retirada y a los propios vecinos, encapsulando los edificios y que será posible tras una subvención especial de 4,5 millones de euros aprobada en 2021 por la Generalitat. Esta excepcionalidad se debe a la particularidad de que Badia fue construida utilizando de forma masiva el fibrocemento en fachadas, bajantes, salidas de humo y techos de 4.156 de sus 5.372 viviendas. Esta semana, EL PERIÓDICO ha difundido un documental en dos capítulos explicando qué supone para los vecinos vivir sabiendo que actividades como airear la casa, tender la ropa o jugar con los niños en el parque pueden aumentar su riesgo de contraer diversos tipos de cánceres o enfermedades pulmonares al cabo de décadas de la exposición. El fibrocemento pasa a ser un riesgo a largo plazo, pero potencialmente mortal, si se rompe o manipula, o si llega al final de su vida útil (30 a 50 años) y se degrada, situación que se cierne como una cuenta atrás en Badia.
En el Santiago Bernabéu, el sábado jugó un gran equipo de futbol contra otro gran equipo, pero no de futbol, sino del Barça. Esta frase, que podría parecer un absurdo, en realidad no lo es. Hasta 8 jugadores blaugrana que intervinieron el sábado contra el Real Madrid, no solo proceden de la Masia, si no que en la mayoría de casos solo han vestido una camiseta durante, ya no su carrera profesional, que en algunos casos es un suspiro y se limita a unos pocos partidos, si no toda su vida. Toda.
La sustitución de Joe Biden por Kamala Harris fue un revulsivo para una campaña demócrata que parecía lastrada por los vaivenes del octogenario Biden, el presidente que derrotó a Trump en 2020 y que logró el mayor apoyo popular de la historia. Sumó más de 81 millones de votos, un hito. Por 74 Trump. Solo cuatro años antes, en 2016, Trump se impuso con 63 millones de votos. Le resultó suficiente para derrotar con contundencia a Hillary Clinton, por 304 votos electorales contra 227, pese a que Clinton se impuso en voto popular por 3 millones de votos. La diferencia estriba en la participación. En 2020 votó más del 66%, mientras en 2016 se quedó en un 54%.
Íñigo Errejón suele reivindicar a Antonio Gramsci a quien definió, en una ocasión, como el pensador fundamental para entender por qué mandan los que mandan y por qué obedecen los que obedecen. ¿Por qué mandan los que mandan, Íñigo? Si algo nos enseñó Gramsci es que los caminos del poder son tan inescrutables como los del Señor. Dijo Oscar Wilde que en la vida todo es sexo, menos el sexo, que es poder. Un poder ejercido por los hombres, desde que los dioses les confirieron esta capacidad. De un tiempo a esta parte, a esto le llamamos el patriarcado. Un universo del que las mujeres pugnan por escapar, y al que muchos hombres siguen aferrándose, por interés o por miedo. Tras la carta publicada por Errejón, le hemos descubierto al patriarcado una dimensión inédita: la paliativa. El mundo me ha hecho así, nos dice en ella uno de los fundadores de Podemos, emulando a Jeanette. Soy una víctima del sistema y no su beneficiario ¿Cómo iba a serlo, si llevo años denunciándolo? Sería una 'contradictio in terminis', por mucho que se estire el dilema entre la persona y el personaje.
Dejemos a un lado a Errejón, su conducta deplorable, su carta obtusa llena de eufemismos pedantes para cubrirse, la distancia entre sus lecciones morales y su comportamiento. Dejemos de lado un momento a la persona e incluso a sus víctimas. Porque lo trascendente de su caso no es la persona, sino el cráter profundo que deja en su espacio ideológico, las consecuencias devastadoras que tiene su caída para Sumar y, por extensión, para todo el Gobierno de coalición. Este caso vergonzoso es la munición necesaria para que la derecha y la extrema derecha abran otro flanco letal para el superviviente Pedro Sánchez, y el electorado más fiel se quede en casa en las próximas elecciones. Porque de la izquierda ya no se espera la construcción de una alternativa al capitalismo salvaje y despiadado, ni una solución a la pretendida lógica del mercado, pero al menos sí que haya un mínimo compromiso con el electorado, una conducta de sus líderes más o menos acorde con su ideario. Errejón no solo se ha traicionado a sí mismo, sino que ha clavado un puñal en el corazón de su propio proyecto.
A diferencia de otras opciones políticas, que viven un tiempo de mucha turbulencia interna, el congreso de Junts ha sido una balsa de aceite. Nada que ver con la guerracainitadentro de ERC (fenómeno usual en la historia del partido), ni tampoco con el estado de implosión que vive Sumar, herido por la quiebra persistente de Yolanda Díaz y el demoledor casoErrejón. De hecho, respecto a este ámbito, todo el mundo político surgido del 15M sufre un terremoto, las consecuencias del cual son difíciles de pronosticar. ¿Desaparecerá Sumar, fulminada por la tormenta perfecta que está sufriendo? ¿Se reorientarán los restos hacia nuevas opciones, o se refundirán las viejas alianzas, ahora queIzquierdaUnida se refuerza con el liderazgo de AntonioMaílloy Podemos parece resurgir de sus cenizas? Sea como sea, todo este mundo está más fragmentado que nunca, y la primera víctima será el PSOE, que verá cómo se le complican todavía más los Presupuestos, con Sumar, Podemos e IU necesitados de marcar territorio. Si añadimos el convulso momento del propio PSOE, con barones territoriales confrontándose permanentemente con Sánchez, todo el cuadro de las izquierdas sufre una convulsión considerable.
Mi hija y yo salimos a dar un paseo, cosa que evitamos siempre a toda costa por falta de sentido. No nos gusta esa falta de finalidad que se deriva del hecho de no ir a un sitio en concreto a hacer algo en particular. La inconcreción nos desinfla. Por eso, a los cinco minutos, desistimos del paseo y nos metimos en una conocida tienda de ropa. A lo mejor eso tampoco tenía sentido, pero nos gusta. ¿Qué hay más concreto que una camisa, un jersey, una falda, un zapato, una pinza del pelo? Nos pasamos casi una hora en el probador, hasta alcanzar ese un punto absurdísimo pero deleitoso en el que ya no sabíamos qué nos gustaba de lo que probábamos y qué no. Pese a todo, y en ese afán de dar concreción a las acciones, elegimos un par de prendas y pagamos. El precio de las cosas también aporta concisión.
Una intenta ser leal a sus principios y comportarse de forma coherente a su propio mensaje, aunque a veces no sea fácil. Íñigo Errejón no debe pensar lo mismo. El que fuera portavoz parlamentario de Sumar abanderó durante años la tolerancia cero contra el acoso y el maltrato contra la mujer. También hizo suya la defensa del feminismo y el solo sí es sí. Pero todo eran palabras vacías y podridas, como han demostrado las denuncias de acoso y de machismo que han trascendido en la última semana, que él mismo ha reconocido, aunque sea con la boca pequeña, y que le han forzado a abandonar la política.
En su carta de dimisión forzada, Íñigo Errejón afirma haber llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona". Su suerte como persona ya la zanjará la justicia, como personaje político es evidente que su límite ha resultado terrible y fatalmente laxo. El gran estratega no quiso mirarse al espejo y, en su caída a los infiernos, arrastra a demasiados. Aún es pronto para medir las dimensiones del cráter abierto en la izquierda, pero ha dejado los cimientos flotando en el vacío.
Este fin de semana Junts per Catalunya ha celebrado un congreso extraordinario cuyo hito más destacable es el retorno de Carles Puigdemont a la presidencia del partidoprovocando la salida de Laura Borràs del núcleo de dirección de la formación independentista. Puigdemont recupera el puesto a pesar de haberse comprometido durante la pasada campaña electoral a abandonar la política si no era presidente de la Generalitat en lo que constituye un incumplimiento flagrante. Otro más porqueya engañó cuando no implementó la independencia, cuando tras proclamarla no acudió a trabajar al Palau de la Generalitat a pesar de haber dicho que lo haría y optó por huir, o más recientemente, cuando aseguró que acudiría al debate de investidura y tras una breve aparición pública volvió a desaparecer.Pero nada de ello,al parecer,merece ningún tipo de reprobación por parte de las bases del partido que han demostrado reiteradamente estar dispuestas a perdonárselo todo por su condición de represaliado.
Ahora sí, ya tenemos las elecciones a la vuelta de la esquina. El primer martes de noviembre saldremos de dudas ¿Volverá Trump a la Casa Blanca? Lo que dicen las encuestas es que Kamala Harris no alcanza una diferencia sustancial y ante un previsible empate, o gana Trump o acabará de nuevo mintiendo para poner al país al borde de una confrontación. Ahora no gobierna y un nuevo asalto al sistema se hace algo más complicado. Pero con las encuestas tan reñidas, sabemos que el resultado dependerá de unos pocos estados, siete en total, donde el voto puede pasar de un partido a otro. El resto siempre vota igual.
Si me fío de alguien en el tema que nos ocupa (el caso Errejón y sus consecuencias, digámoslo de entrada) es de mi amiga Olga Merino. Hace poco, en uno de sus artículos, hablaba del "lenguaje abstruso y perifrástico" del ex-portavoz de Sumar. Tiene toda la razón del mundo. Pero me temo que no es sólo Errejón quien lo ha utilizado, sino que forma parte del poso intelectual de una determinada izquierda, entrenada a conciencia para las curvas y los meandros retóricos. Este discurso, hecho de frases empapadas de vacío, se fundamenta en lo que ella misma se pregunta poco después: Quizá el error se esconde precisamente en presuponer una presunta supremacía moral de la izquierda. La supremacía moral, marca de la casa, prácticamente exige un desarrollo formal construido a base del circunloquio como premisa.
Posiblemente recordarán que, en la presentación por parte de la dirección de ERC del pacto logrado con el PSC para que Salvador Illa se convirtiera en president, las bondades publicitadas no casaban mucho con el lenguaje corporal. Valga como causa el hecho de haber quien no deseabael entendimiento obien lo había asumido, más pormiedo a provocar nuevas elecciones que porque lo consideraran positivo. De igual manera,en otros miembros presentes de la dirección, el sí respondía a una convicción de la idoneidad de la estrategia basada en la dialéctica confrontación/colaboración con el socialismo catalán. En todo caso, unos y otros fueron capaces de llevar a cabo una excelente negociación con el PSC,en beneficio tanto de republicanos como de socialistas, que, a la vez, llegó en los minutos de prórroga, al tener que incorporar, imprescindiblemente, el plácet del PSOE.
El ebullescente Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) da claves para interpretar estos tiempos de incertidumbre. Que no es poco. Al frente, la politóloga Judit Carrera (Barcelona, 1974), una mujer empeñada en tejer complicidades con la ciudad y el mundo la próxima exposición, 'Amazonias. El futuro ancestral', mezclar referentes intelectuales, mejorar la calidad democrática y combatir la desesperanza. Acaba de revalidar en el cargo.
En las películas del Oeste de mi infancia cuando John Wayne, pongo por caso, mataba a Caballo Loco, los indios se quedaban sin jefe y dejaban de combatir, sedispersaban y regresaban -los que podían- a su campamento, a la espera de ser aniquilados por el Séptimo de Caballería. Y lo mismo les pasaba a las tribus bárbaras antes de que acabaran subiéndose a las barbas del Imperio Romano. Sin jefe no había batalla. Incluso los mongoles se retiraron de suelo europeo cuando les llegó la noticia del fallecimiento de Gengis Khan en Ulan Bator. Muerto el perro, se acabó la rabia. Así daba gusto guerrear.
Debajo de una abrumadora montaña de deuda pública acumulada desde la pandemia, los gobiernos de todo el mundo se enfrentan a un desafío aparentemente imposible. Es lo que el director de Asuntos Fiscales del FMI, Vitorio Gaspar, ha bautizado esta semana como "el trilema de la política fiscal".
Nunca he pensado que la dimensión de un problema colectivo pueda servir como coartada para el escaqueo individual. Es más, creo que eso nos lleva de cabeza al pozodel sálvese quien pueda. Por ejemplo, el 'boom' de los alquileres turísticos, que tantos inquilinos ha desterrado comobarrios ha desfigurado, se cimenta no solo en las plataformas digitales, los fondos buitre o los grandes tenedores, sino también en la codicia de una miríada de caserosa quienes se la soplan los daños colaterales. Si antes, alquilando el piso a estudiantes, a una pareja o a una familia entera te sacabas diez, pero por alojar a guiris que hoy vienen de Lyon, mañana de Londres y pasado de Oslo te caen cincuenta, ¿dónde está la duda? Pues eso.
A través de los años, por un parte, hemos visto que en el panorama internacional se hacían visibles y futuribles ciudades inteligentes cuya sostenibilidad era bastante cuestionable, como Masdar, Songdo, The Line, Ciudad Foresta, entre otras. Y por otra parte, en el otro extremo hemos visto como la vida cotidiana se modifica casi sin darnos cuenta, a partir de la continua incorporación de 'gadgets' y aplicaciones informáticas.
En 1932 los hermanos Rubió i Tudurí divulgan, por encargo de la Generalitat, una idea de planificación en la que Barcelona se presenta como ciudad entre ríos. Intentaban preservar el delta del Llobregat contra propuestas expansivas como las del GATCPAC y abrazaban a Collserola cual cangrejo violinista, un decápodo marismeño de pinza izquierda normal, funcional, y derecha hipertrófica, conyugal. Esa imagen ha resistido casi cien años a poniente, fuertemente tensionada por el sedal de Castelldefels, Gavà, Viladecans, Sant Boi y la red turismo-logística de puerto y aeropuerto con sede en El Prat de Llobregat. Huerto a huerto, los actores mordisquean un llano aluvial menguante, cuando nadie mira. A levante, Montcada estrangula trenes, carreteras y un Besòs violento para abrirse a la explanada rural del Vallès, que se nublará de polígonos residenciales e industriales a lo largo del siglo XX hasta ensamblar un motor económico equiparable al del conjunto del País Vasco.
La conmoción es un estorbo para escribir y sin embargo, como una mosca aturdida en pleno verano, caigo de patitas en el tarro de la pegajosa miel, anonadada, en shock’, sin poder sustraerme del asunto: Íñigo Errejón. El hasta ahora portavoz de Sumar en el Congreso deja la política tras varias denuncias, algunas todavía anónimas y en redes sociales, por «conductas vejatorias» y supuesto «acoso sexual».
Hubo un tiempo en el que incluíamos nuestro perfil de Twitter en la firma del correo profesional, lo referenciábamos en nuestra cuenta de LinkedIn e incluso algunos canales de televisión anunciaban el nombre de sus presentadores con su correspondiente nombre de usuario en la red del pajarito. Eso es de cuando creíamos que Twitter era un lugar común, un punto de encuentro e intercambio interesante e inocuo. Después ya vimos que no. Empezamos a hacer metáforas cotidianas para explicar las sensaciones que teníamos al entrar y hacer 'scroll': que si fuera un bar, jamás entraríamos. Pero, a pesar de todo, la inmensa mayoría continuamos como quien asiste al circo: en la grada, callados y alucinando.
Se apagaron las luces de la sala Fabià Puigserver del Lliure y una voz en off explicó que se podían hacer fotos, pero que no estaban en el 080. Pues no, los responsables de la Fundación Catalunya Cultura eligieron un teatro para entregar sus premios anuales y celebrar su décimo aniversario. Se llevaron los máximos galardones las empresas Brava!, Performing Arts y Seat, pero la mayor ovación fue para la directora de la Fundación,Maite Esteve, y su equipo por la magnífica organización del acto. Fue una entrega de premios creativa, innovadora, amena y tuvo, incluso, una monumental sorpresa.